
Desde junio de 1982, fuimos atravesadxs por diversos intentos de “desmalvinización”: el manto de silencio sobre las vejaciones que sufrieron nuestros pibes por parte de sus superiores, el desgaste a todos los que reclamaban reparación de sus derechos, el desprecio o indiferencia por los combatientes, la complacencia diplomática de los años 90 ante las grandes potencias, son una muestra de cómo suelen utilizarse causas legítimas y sentidas por un pueblo, para mantener su opresión.
Desde el 2003, el reclamo por vías diplomáticas ante los organismos internacionales para el diálogo sobre la soberanía de Malvinas, representó un viraje fundamental de nuestra política exterior y se entroncó además con la decidida política de Estado en relación al fin de la impunidad de quienes violaron los DDHH en nuestro país. Por esto es que la responsabilidades que la Presidenta de la Nación distingue en relación al conflicto armado de 1982 y la de un gobierno democrático y respetuoso de la ley, respaldado por el mandato popular de manera contundente en las elecciones de octubre, no puede soslayarse.

La Corte Suprema de Justicia tiene en sus manos recursos extraordinarios presentados por ex combatientes que denunciaron las torturas cometidas por 80 oficiales contra su propia tropa, para que sean considerados delitos de lesa humanidad y por lo tanto no prescriban. A pesar de fallos desfavorables de la Sala I de la Cámara de Casación Penal, los querellantes, entre los cuales está el CECIM LA PLATA y la Secretaría de DDHH de la Provincia de Buenos Aires, esperan un dictamen favorable, para que se haga justicia.
A pesar que, desde los artículos de La Nación se muestren tan empáticos con “la libertad y los derechos de los isleños”, la ocupación de las Islas Malvinas fue, es y será ilegítima. Recordemos la historia...
En 1833, momento de la usurpación, el Gobierno de Buenos Aires había dispuesto la creación de una Gobernación, en un territorio donde se realizaba la explotación de ganado y focas a partir de la cual, se sancionaba la caza y pesca no autorizada a buques ingleses, franceses y estadounidenses. Eso demuestra el verdadero interés de Gran Bretaña – y de sus socios - por las Islas Malvinas: su estratégica ubicación geopolítica y sus abundantes recursos naturales. Confirmando esto, desde hace doce años intensificaron la campaña exploratoria de las compañías petroleras en la zona, y viven anunciando el aumento del desarrollo de pozos para un futuro próximo, lo que eleva el valor de cotización en bolsa de las acciones de esas compañías e impulsa acuerdos entre las operadoras británicas en Malvinas con importantes financieras europeas.


Malvinas es una causa latinoamericana. El respeto por los valores de la democracia y de los derechos humanos, también.
Daniela Godoy y Patricia Peirano
El artículo refleja la vigencia de la causa Malvinas encuadrándola como un tema de la región latinoamericana. Me pareció muy bueno.
ResponderEliminarMAría Descole
Muy buena la nota chicas y sintética!! Con nuestra presidenta estamos abriendo caminos nuevos para actualizar nuestro legítimo reclamo, y no reaccionando en formas arcaicas y agresivas como lo está haciendo Camerón.
ResponderEliminarPacíficamente, con paciencia y de la mano de Latinoamérica volveremos a Malvinas!!
Mariel Arandia