Encaro desde el “lejano oeste” hacia esta gran ciudad casi sin pensarlo, ensimismada en las noticias y reflexiones que me acompañan desde la radio del auto.
Como casi todos los días, la salida del peaje de la autopista, se veía como un mar -de autos- en un día apacible, sin vientos de superficie (es decir no se movía nada!!!).
Siempre tomo por el mismo andarivel del telepeaje -el primero de la izquierda- y miren que intento cambiar… pero a último momento, me encuentro eligiendo lo mismo.
Ese día y en ese momento, me puse a pensar el porqué de mi elección y la razón fue sencilla: tengo que preocuparme solamente por los autos que pasan (o intentan pasar) por mi derecha en ese mar quieto, casi muerto.
Mientras pensaba, apretaba el embrague, y estaba atenta a mi lateral derecho, alerta!!! un auto dorado y de trompa alargada, se me acercó demasiado. Toqué bocina sutilmente para avisarle al Sr o Sra. que ahí estaba yo... Pobre –pensé- ahí donde se metió tiene que estar atento a todos sus laterales y no me vio… Giré la cabeza para ver su respuesta y nada!!!
Al minuto, otro metro para avanzar y zas!! De nuevo esa punta dorada se me atravesó en mi camino. Mi bocina no sonó tan sutil, pero igual no le importó mucho. Y ahí lo dejé pasar, con su acto de violencia, prepotencia y desdén. Pero decidí que no iba a dejar que me robara la alegría de ese día y menos, la de mis elecciones. Y qué mejor, que sacar aprendizajes de las cosas cotidianas…
Ese comportamiento me trasladó a los años en los cuales la supremacía del más fuerte era la regla de juego y entendí, que todavía flotan entre nosotros actitudes, perspectivas, acciones y juicios de la cultura neoliberal. Estos “restos del naufragio” tienen que mantenernos en alerta si no queremos sucumbir nuevamente a ciertos cantos de sirenas…
Y en esa línea pensé que todos los conflictos que transitamos en los últimos años, aunque recubiertos de relatos múltiples, referían a la confrontación de dos modelos: el que sostiene un país de pocos y el que intenta construir el país para todos.
Y mientras reflexionaba,los autos fueron avanzando en forma armoniosa, combinándose entre sí para que lo logremos todos.
Y ahí sentí que cada vez somos más lxs que estamos decididos a no convalidar y menos repetir, actitudes que menoscaben, ignoren o destruyan al/la otrx, al semejante.

Estas elecciones en la ciudad de Buenos Aires dan también una oportunidad para elegir el país que queremos: Yo sigo eligiendo el avanzar con todxs...
¿Y vos?
Pato Peirano
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